La bofetada que Natalie Wood dio en público a Frank Sinatra. Por Carlos Raggi Figueroa.



"En 1958, Natalie Wood pasó delante de la mesa de Frank Sinatra en Romanoff's en Beverly Hills cuando hizo un comentario fuerte y crudo dirigido a ella.

Sin dudarlo un momento, ella se dio la vuelta, caminó directamente a su mesa y le dio una bofetada en la cara a plena vista de la multitud de élite del restaurante. El sonido agudo de su palma contra su mejilla cortó conversaciones y congeló los tenedores en el aire. La sonrisa de Sinatra desapareció. Natalie no dijo una palabra. Ella lo miró fijamente, luego se alejó como si nada hubiera pasado.

Ese momento no llegó a los titulares en los periódicos, pero se convirtió en una historia que todo el mundo en Hollywood conocía. Romanoff no era un restaurante ordinario. Era un potente patio de recreo para actores, productores y jefes de estudio. Sinatra, para entonces, era intocable. Con un Grammy bajo su cinturón y una reputación que combinaba encanto con peligro, comandaba cada habitación en la que entró. Su palabra podría hacer o romper las carreras de la gente. Sin embargo, en un rápido gesto, Natalie Wood había trazado una línea que nadie esperaba que ella dibujara.

Ella había crecido dentro del sistema de estudios. A la edad de diez años, ya había trabajado con Orson Welles y protagonizó "Miracle on 34. "Hollywood la había tratado como a una muñeca de porcelana con una cara lista para la cámara y una actitud satisfactoria. A finales de la década de 1950, Natalie había trabajado con James Dean en "Rebel Without a Cause", jugó complejos papeles emocionales, y había comenzado a hacer retroceder la forma en que la industria moldeaba a las mujeres

La gente a su alrededor notó un cambio. Natalie se había vuelto más asertiva, más selectiva con sus papeles, y mucho más vocal acerca de la forma en que las mujeres eran tratadas detrás de las escenas. La bofetada no fue un arrebato. Fue la expresión física de una mujer hecha tolerando la falta de respeto, sin importar quién la entregara.

Los cercanos a Sinatra esperaban una reacción violenta. Era conocido por guardar rencor y por usar su influencia para cerrar silenciosamente puertas a las personas que lo cruzaron. Pero sucedió algo inusual. Según se informa, Sinatra se inclinó hacia atrás en su asiento después del shock inicial y murmuró: "Tiene agallas. Ésa chica va a durar". Nunca sacó el tema del incidente de nuevo y nunca mostró resentimiento público hacia Natalie. De hecho, algunos dijeron que después llevó un silencioso respeto por ella.

En pocos días, la historia se abrió camino por la ciudad. Fue repetido por artistas del maquillaje, susurrado sobre los atrasos, y hecho referencia casualmente durante las negociaciones del contrato. 

El nombre de Natalie Wood de repente tenía un peso diferente. Ella todavía era una belleza, todavía una estrella de carpa, pero ahora también era vista como alguien que no seguiría el juego con las reglas tácitas de Hollywood.

En privado, algunas actrices la elogiaron. Todos habían soportado situaciones similares, muchos en silencio, preocupados de que hablar les costara sus carreras. Natalie había hecho lo que más soñaba hacer. Se había dado la vuelta y dijo no, no con palabras, sino con una huelga que dejó sin palabras a una habitación llena de hombres.

Ella nunca mencionó el evento públicamente. No había cita, ni anécdota de talk show, ni entrevista de revista. Ella no necesitaba explicarlo. Ese era el estilo de Natalie. Acero tranquilo detrás de características suaves. El tipo de fuerza que no requiere atención.

Sinatra, rodeado de poder y fama, había sido desafiado por alguien más joven, más pequeño y socialmente menor en el orden jerárquico de la industria. Y no lo olvidó. Tampoco nadie más que estuviera presente esa noche.

Esa bofetada no era por venganza. Se trataba de recuperar el control en una industria que a menudo exigía obediencia de sus estrellas, especialmente de sus mujeres.

Ella no gritó. Ella no discutió. Ella se fue con todos los ojos de la habitación mirándola, y nadie se atrevió a seguirla. Ese acto se hizo eco más tiempo que cualquier discurso que ella podría haber hecho.

Fue su forma de pedir respeto y empatía en un mundo de hombres."

Carlos Raggi Figueroa.















DOMINIO EUROPEO DE FRANK SINATRA.

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