Amar en tiempos de censura: las canciones de Sinatra bajo la lupa de la gran mayoría de mujeres de hoy en día. Por Carlos Garcés.
Amar en tiempos de censura: las canciones de Sinatra bajo la lupa de la gran mayoría de mujeres de hoy en día. Por Carlos Garcés.
Quienes me conocen saben que soy admirador y coleccionista de Frank Sinatra desde hace cinco décadas. Mi pasión por él no ha hecho más que crecer con el tiempo. A lo largo de mi vida he reunido una importante colección de documentos, vinilos, CDs, libros, vídeos, grabaciones en directo, actuaciones televisivas y películas, hasta alcanzar una considerable compilación de las 1.926 canciones que grabó en estudio, televisión o radio y del resto de su obra a lo largo de su vida.
Este amor profundo por su música, su figura y por todo lo que representa me ha llevado a reflexionar con tristeza y asombro sobre el mundo actual, y en concreto sobre cierta ideología que ha decidido reescribir el pasado con los criterios de una moral militante. Me refiero, por supuesto, al repugnante feminismo y a su afán por censurar todo lo que no se ajusta a sus perversas y rígidas categorías.
Y así, como estudioso, como amante de la música y como defensor del arte libre, me he preguntado qué canciones de Sinatra serían hoy motivo de escándalo o de cancelación. No porque sean ofensivas, sino porque, a ojos de esta nueva inquisición femenina, representan al hombre galante, sentimental y seguro de sí mismo, y eso basta para condenarlo.
Sinatra, el hombre que cantaba como un hombre:
Frank Sinatra, que no fue compositor de canciones, fue un perfeccionista que tuvo la elegancia de elegir bellas melodías y la inteligencia de rodearse, a lo largo de toda su vida, de los mejores compositores, arreglistas y músicos.
No fue un predicador, ni un doctrinario, ni un militante. Fue un hombre que cantó la vida, con sus luces y sus sombras, con deseo y con dolor, con orgullo y con ternura. Hoy, sin embargo, esa sensibilidad masculina es leída como “toxicidad”; la galantería, como “opresión”; la emoción, como “manipulación”.
Frente a todo esto, me permito ofrecer esta lista de canciones que el feminismo radical podría censurar hoy, no porque lo merezcan, sino porque todo lo que no encaja en su dogma es motivo de sospecha.
Selección de canciones de Frank Sinatra que hoy serían mal vistas por el feminismo y su motivo:
Sobre amor, deseo y galantería:
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The Lady Is a Tramp (Rodgers & Hart, 1957) – Retrato irónico de una mujer libre, malinterpretado como desprecio.
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Come Fly With Me (Van Heusen & Cahn, 1958) – Galantería convertida en “conquista colonial”.
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Let’s Fall in Love (Harold Arlen & Ted Koehler, 1933) – El amor tratado como un experimento sentimental.
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You’d Be So Easy to Love (Cole Porter, 1936) – Visión utilitaria de la mujer como “oportunidad emocional”.
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I Get a Kick Out of You (Cole Porter, 1934) – Deseo irónico interpretado como arrogancia masculina.
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Come Dance With Me (Sammy Cahn & Jimmy Van Heusen, 1959) – Caballerosidad vista como insistencia indebida.
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Nice ’n’ Easy (Bergman, Keith & Spence, 1960) – Deseo sin compromiso, leído como egoísmo sentimental.
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Something Wonderful Happens in Summer (Sammy Fain & Marvin Fisher, 1957) – Amor estacional como placer pasajero.
Sobre rupturas, dolor y dependencia:
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I’m a Fool to Want You (Herron, Wolf & Sinatra, 1951) – Amor obsesivo tachado de “tóxico”.
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Guess I’ll Hang My Tears Out to Dry (Jule Styne & Sammy Cahn, 1944) – Despecho masculino sentimental.
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Don’t Worry ’Bout Me (Rube Bloom & Ted Koehler, 1939) – Nobleza vista como chantaje emocional.
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She’s Funny That Way (Neil Moret & Richard Whiting, 1929) – Devoción femenina sin autonomía.
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That’s Life (Dean Kay & Kelly Gordon, 1963) – Narrativa masculina sin presencia femenina.
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A Fine Romance (Jerome Kern & Dorothy Fields, 1936) – Frustración masculina convertida en ironía.
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It Was a Very Good Year (Ervin Drake, 1961) – Mujeres como etapas de vida.
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Glad to Be Unhappy (Rodgers & Hart, 1936) – Sufrimiento como prueba de amor.
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I Could Have Told You (Jimmy Van Heusen & Carl Sigman, 1953) – El hombre como oráculo sentimental.
Sobre matrimonio, control y relaciones:
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Wives and Lovers (Bacharach & David, 1963) – Imperdonable hoy: la mujer debe arreglarse para su marido.
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Love and Marriage (Sammy Cahn & Jimmy Van Heusen, 1955) – Apología de la pareja tradicional.
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The Tender Trap (Cahn & Van Heusen, 1955) – Amor como trampa femenina.
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Makin’ Whoopee (Walter Donaldson & Gus Kahn, 1928) – Crítica humorística del matrimonio.
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From This Moment On (Cole Porter, 1951) – Entrega amorosa leída como sumisión.
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All the Way (Cahn & Van Heusen, 1957) – Amor sin reservas, visto como dependencia.
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If I Had You (Campbell, Connelly & Shapiro, 1928) – Amor como posesión total.
Estereotipos femeninos y representación:
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Little Girl Blue (Rodgers & Hart, 1935) – Mujer frágil e infantilizada.
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Nancy (With the Laughing Face) (Phil Silvers & Jimmy Van Heusen, 1944) – Idealización de la mujer como ángel del hogar.
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South of the Border (Kennedy & Carr, 1939) – Exotismo latino como cosificación.
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The Girl Next Door (Ralph Blane & Hugh Martin, 1953) – Mujer perfecta, sin autonomía.
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How Little We Know (Hoagy Carmichael & Johnny Mercer, 1944) – Mujer como enigma voluble.
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They All Laughed (George & Ira Gershwin, 1937) – Competencia masculina por amor.
Melancolía, soledad y visión masculina:
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One for My Baby (and One More for the Road) (Arlen & Mercer, 1943) – El hombre herido que canta en la barra.
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Tell Her You Love Her (Frank Loesser, 1946) – Mujer como objeto de disputa amorosa.
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Blue Skies (Irving Berlin, 1926) – Mujer como talismán emocional.
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You Make Me Feel So Young (Josef Myrow & Mack Gordon, 1946) – Juventud femenina como estímulo.
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I’ve Got the World on a String (Harold Arlen & Ted Koehler, 1932) – Hombre que “controla” su mundo feliz.
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Strangers in the Night (Kaempfert, Singleton & Snyder, 1966) – Amor súbito tachado de carnal y superficial.
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Swingin’ Down the Lane (Isham Jones & Gus Kahn, 1923) – Pareja idílica y tradicional.
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My Way (François, Revaux, Anka, 1969) – Orgullo masculino, imperdonable hoy.
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The Best is Yet to Come (Cahn & Van Heusen, 1959) – Él como revelador del deseo femenino.
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The Girl from Ipanema (Jobim & Moraes, inglés: Norman Gimbel, 1964) – Observación pasiva de una joven deseada.
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What Is This Thing Called Love? (Cole Porter, 1929) – Amor incomprendido como drama masculino.
Para entender a Frank Sinatra no basta con escuchar su música; es necesario conocer su vida, sus relaciones y su actitud personal hacia las mujeres. Contrariamente a lo que se podría pensar desde algunas ópticas superficiales o ideologizadas, Sinatra fue un hombre que demostró respeto, admiración y cariño profundo hacia las mujeres con las que compartió su vida.
Tuvo cuatro matrimonios oficiales, todos con mujeres fuertes y con talento: Nancy Barbato, con quien estuvo desde joven y con quien tuvo tres hijos; Ava Gardner, la legendaria actriz que fue para él una relación intensa y complicada pero llena de respeto artístico y humano; Mia Farrow, con quien mantuvo una relación muy mediática y respetuosa, y por último Barbara Marx, con la que estuvo casado hasta su fallecimiento.
Además, Sinatra fue conocido por su generosidad y consideración con muchas otras mujeres, tanto profesionales como amigas. En sus círculos, se le reconocía como un caballero, capaz de tratar con delicadeza a las damas y valorar su independencia y talento. Nunca promovió la violencia ni la degradación femenina, y su forma de cantar el amor refleja precisamente eso: un hombre vulnerable que se sabe entregado y respetuoso.
De hecho, varias de sus canciones clásicas fueron dedicadas a mujeres reales, con nombre y apellido, y reflejan un cariño genuino, no un estereotipo impuesto. Su relación con Ava Gardner es ejemplo claro de una pasión profunda, marcada por la admiración mutua, la complicidad artística y la consideración personal.
Hoy en día todo se ha prostituido y lo que las mujeres llaman “machismo”, nosotros lo llamamos humanidad.
Además, su vida y trato con las mujeres demuestran que era un hombre respetuoso, vulnerable y profundamente humano, en perfecta coherencia con la figura que mostró en sus canciones.
Y por último quiero hacer una reflexión final y muy personal:
A lo largo de mi vida, en las distintas relaciones personales y afectivas que he tenido, me he encontrado muchas veces con una misma escena: al mencionar mi pasión por Frank Sinatra, recibía un “¡me encanta Sinatra!” como respuesta entusiasta. A menudo, con una sonrisa que parecía compartir complicidad y buen gusto.
Pero con el tiempo y con cierta decepción he aprendido a leer entre líneas. En muchos casos, aquel “me encanta” era más un gesto de cortesía que una afinidad real. La mayoría no conocía más que tres o cuatro canciones de su amplísimo repertorio, el “New York, New York”, “I’ve Got You Under My Skin”, “My Way” y poco más. No conocían al Sinatra del dolor, de la melancolía, del swing oscuro o del amor desgarrado.
No las culpo. Hoy la sensibilidad que requiere adentrarse en el universo de Sinatra está en retirada o mejor dicho ha desaparecido y ha sido sustituida por una cultura inmediata, ruidosa y superficial. Quizá yo también he insistido demasiado, esperando compartir lo que para mí es casi sagrado. Pero lo cierto es que, más allá de palabras amables, pocas veces he encontrado una verdadera resonancia con esa música que a mí me acompaña desde hace más de medio siglo.
Y es que, para amar a Sinatra y entender su obra y figura y lo que representa de verdad, hay que tener algo más que gusto, hay que tener alma.
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