FRANK SINATRA EN BARCELONA. LA NOCHE QUE EL MUNDO SE DETUVO. Por Carlos Garcés.

 Comienzo y final de una noche inolvidable.



FRANK SINATRA EN BARCELONA. LA NOCHE QUE EL MUNDO SE DETUVO. Por Carlos Garcés.

El 3 de junio de 1992, Barcelona vivió una de esas noches que quedan tatuadas en la memoria de quienes tuvimos el privilegio de estar allí. Frank Sinatra, el hombre que le dio voz al siglo XX, subió al escenario del recién estrenado Palau Sant Jordi y, con 76 años, demostró que la clase no se jubila. Aquella fue su única actuación en España durante la gira mundial de despedida, la última vez que el "Viejo Ojos Azules" cantó en suelo español.

Yo estuve allí. Fui uno de los miles de afortunados que llenamos el Palau con una mezcla de emoción, respeto y esa sensación inconfundible de estar ante algo irrepetible. Recuerdo cómo el recinto vibraba con una expectación casi sagrada. Cuando Sinatra apareció, con su elegancia intacta, traje oscuro y pañuelo rojo, el público estalló en una ovación que pareció detener el tiempo.

Su voz, aunque ya no era la de los años dorados, seguía siendo única, sincera, directa, capaz de atravesar el alma. Cada canción era un regalo. “Come Fly With Me”, “My Way”, “Strangers in the Night”... y por supuesto, “New York, New York”, que puso en pie al Palau entero en un emotivo final. Cantó con pasión, con alma, con esa entrega que siempre lo definió. No era solo un concierto, era un homenaje vivo a toda una era.

Aquel concierto fue también una muestra del cariño que España, y en particular Barcelona, sentía por él. Sinatra agradeció varias veces, con humildad y ternura. No hubo palabras vacías ni artificios; solo música, emoción y verdad.

Para mí fue algo más que un espectáculo. Fue la confirmación de una fidelidad que arrastro desde hace más de medio siglo. Ver a Sinatra en directo fue como cerrar un círculo: el ídolo de mis días jóvenes, la banda sonora de tantas etapas de mi vida, estaba allí, frente a mí, respirando el mismo aire. Sentí gratitud, plenitud y un amor renovado por todo lo que representa, el arte bien hecho, la autenticidad, el talento puesto al servicio del corazón.

Dicen que algunos conciertos marcan generaciones. Aquel, en 1992, marcó mi alma para siempre.

Adjunto aquí el inicio y el final de aquel concierto inolvidable. Porque hay cosas que no deben quedar en el olvido.

Carlos Garcés.
25 de julio de 2025.








DOMINIO EUROPEO DE FRANK SINATRA.

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