"MOONLIGHT SERENADE". Fred Astaire, Joan Fontaine y la melodía de Frank Sinatra que nunca se apaga. Por Carlos Garcés.
"MOONLIGHT SERENADE". Fred Astaire, Joan Fontaine y la melodía de Frank Sinatra que nunca se apaga. Por Carlos Garcés.
Hay canciones que parecen haber sido compuestas no para una época concreta, sino para la eternidad. Moonlight Serenade, con su melodía lánguida y nostálgica, es una de ellas. Y si además es interpretada por la voz inconfundible de Frank Sinatra, adquiere una nueva dimensión: se vuelve confidencial, íntima, como un susurro entre dos amantes bajo la luz de la luna.
En el vídeo que hoy comparto, esa serenata se convierte en algo aún más mágico al fundirse con unas imágenes inolvidables del gran Fred Astaire y la joven y delicada Joan Fontaine, en una escena extraída de la película "A Damsel in Distress" (1937). Aunque la cinta no fue una de las más famosas de Astaire, especialmente por la ausencia de su compañera habitual, Ginger Rogers, nos dejó momentos de pura poesía visual, como el que vemos en este montaje. Un paseo sosegado, una coreografía sencilla y llena de encanto, dos figuras que parecen flotar en un jardín inglés, mientras el mundo se detiene.
Joan Fontaine, apenas una adolescente en aquel entonces, no era bailarina profesional, pero en esa escena transmite una dulzura tan auténtica que compensa cualquier torpeza técnica. Y Astaire, siempre elegante, parece adaptar cada paso a su ritmo, envolviéndola con su presencia protectora y sutil.
Este montaje, hecho seguramente por un amante del cine clásico y de la buena música, combina dos joyas de la cultura popular del siglo XX. Por un lado, el romanticismo visual del Hollywood de los años treinta y por otro, la profundidad emocional de la voz de Sinatra en los sesenta. No se trata de una escena original de la película con esa música, sino de un tributo visual y musical que une dos sensibilidades artísticas en perfecta armonía.
La canción, Moonlight Serenade, compuesta originalmente por Glenn Miller y con letra añadida más tarde por Mitchell Parish, fue versionada por Sinatra en varias ocasiones. Pero es aquí, en su interpretación de 1966, donde logra alcanzar una madurez emocional que la convierte en una auténtica joya vocal. Su voz, ya con un poso de melancolía, no canta tanto como evoca. No describe el amor; lo recuerda, lo añora, lo reencarna.
Al ver estas imágenes y escuchar esta canción, uno no puede evitar pensar en lo que se ha perdido, esa elegancia, esa forma de amar sin prisas, esa belleza sin artificios, pero también en lo que permanece. Porque mientras existan personas que aún se conmueven con Fred Astaire y Frank Sinatra, el arte seguirá vivo.
Este vídeo es, por tanto, mucho más que una curiosidad de internet. Es un pequeño milagro de montaje y sensibilidad, una serenata a la luna que, en pleno siglo XXI, sigue iluminando nuestros recuerdos más puros.
17 de julio de 2025.
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