"The Manhattan Transfer". Voces del Swing, Ecos de Elegancia. Por Carlos Garcés.
Un tributo nostálgico al cuarteto vocal más refinado del siglo XX y su conexión con el universo Sinatra.
Hay grupos vocales que hacen música, y hay grupos vocales que hacen historia. The Manhattan Transfer pertenece, sin duda, a los segundos. Su arte no es sólo música: es arquitectura vocal, es homenaje a una época dorada, es nostalgia en movimiento. Quien los ha escuchado con atención, como quien escucha a Sinatra o a Ella Fitzgerald, sabe que algo en el alma se ordena. Y se eleva.
Fundado por Tim Hauser en 1969, el grupo encontró su forma definitiva a partir de 1972, cuando se consolidó el cuarteto más reconocido: Tim Hauser, Janis Siegel, Alan Paul y Laurel Massé (reemplazada más tarde por Cheryl Bentyne). Desde entonces, The Manhattan Transfer se convirtió en un referente absoluto del jazz vocal, del swing moderno, de la armonía impecable. Un puente entre la tradición más exquisita y el refinamiento contemporáneo.
The Manhattan Transfer no fue un producto de moda, ni una adaptación ligera del jazz al pop. Fue justo lo contrario, un regreso a la complejidad, a la exigencia, al gusto por lo bello. Supieron rescatar el legado de grupos legendarios como Lambert, Hendricks & Ross, The Hi-Lo’s o The Four Freshmen, y vestirlo con una elegancia que los emparenta, sin necesidad de imitación, con el estilo inconfundible de Frank Sinatra.
Porque si Sinatra era la voz del swing con smoking, The Manhattan Transfer era el cuarteto vocal del swing con esmoquin y vestido largo. Ambos compartían algo esencial, el respeto por la música bien hecha, el amor por el ritmo justo, la capacidad de emocionar sin excesos y, sobre todo, la pasión por contar con el sonido la historia de un tiempo que fue grande.
Y ese respeto mutuo se confirmó públicamente en un momento muy especial, en 1990, The Manhattan Transfer fue invitado a actuar en el gran homenaje televisivo a Frank Sinatra por su 75.º cumpleaños, titulado "Sinatra 75, The Best Is Yet to Come". En aquella gala repleta de estrellas, interpretaron una deslumbrante versión de “Route 66” que recibió los aplausos del propio Sinatra, visiblemente emocionado. Fue un gesto de reconocimiento entre dos mundos musicales distintos, pero profundamente conectados por la clase, el swing y la verdad artística.
“Corner Pocket”, “Four Brothers” y “Chanson d’Amour”. Aquí traigo tres joyas del repertorio, tres homenajes vocales que reflejan a la perfección el estilo único del grupo.
“Corner Pocket”: Desde que te encontré siento todo el universo.
Compuesta por Freddie Green, guitarrista de Count Basie, “Corner Pocket” es un canto a la elegancia del swing. La versión de The Manhattan Transfer combina la sofisticación de los arreglos vocales con la frescura rítmica de una gran banda de jazz. Aquí se baila con la voz, se sonríe con el oído y se agradece que haya artistas capaces de traer esta música a nuestros días sin que pierda ni una gota de su magia.
Basada en un tema instrumental compuesto por Jimmy Giuffre para la banda de Woody Herman, esta canción es una avalancha rítmica de precisión vocal. Los “Four Brothers” originales eran saxofonistas; aquí, sus partes se transforman en líneas melódicas cantadas con una velocidad y claridad deslumbrantes. The Manhattan Transfer la convierte en un espectáculo de sincronía y virtuosismo. Es puro bebop armonizado, y uno no puede evitar sonreír y admirarse al escucharla.
“Chanson d’Amour”:
En un registro más suave y melódico, “Chanson d’Amour” es quizás la canción más popular y romántica del grupo. Su delicadeza, su cadencia casi de susurro, y la armonía impecable con que la interpretan, la convierten en una pequeña joya que ha trascendido generaciones. Fue un enorme éxito en Europa en los años 70, y sigue siendo un ejemplo perfecto de cómo The Manhattan Transfer podía emocionar sin necesidad de virtuosismo técnico: solo con buen gusto y alma.
The Manhattan Transfer no necesitó de las listas de éxitos para entrar en la memoria musical de varias generaciones. Ganaron premios Grammy, fueron reverenciados por músicos de jazz de todo el mundo, e incluso llegaron a realizar uno de los discos vocales más complejos y admirados de la historia, Vocalese (1985), nominado a 12 Grammys. Pero lo más importante es que llevaron al gran público la excelencia, sin vulgarizarla. Y eso, en el mundo moderno, es casi un milagro.
En 2022, tras 50 años de carrera, The Manhattan Transfer decidió despedirse con dignidad, con gratitud, y con arte. Publicaron su último álbum, Fifty, junto a la WDR Funkhausorchester, e hicieron una gira final como si dijeran: “gracias, ha sido un honor cantar para ustedes”. Una despedida a la altura de su legado.
Con la muerte de Tim Hauser en 2014, el alma del grupo dejó una ausencia que nunca se llenó del todo. Porque Hauser no fue solo el fundador, fue la brújula, la visión, la ternura y el swing del cuarteto. Sin él, continuaron por un tiempo. Pero como todo lo grande, sabían cuándo decir adiós.
Escuchar hoy a The Manhattan Transfer es como abrir un álbum de fotos sonoras: está la nostalgia del jazz que ya no suena en las radios, la emoción de lo bien cantado, y el calor de una época donde el arte vocal todavía significaba perfección, respeto y belleza.
Para quienes amamos a Frank Sinatra, a Ella Fitzgerald, a Count Basie, a los grandes arreglistas como Nelson Riddle o Quincy Jones, The Manhattan Transfer representa una continuidad espiritual: son parte de esa estirpe de músicos que nunca bajaron el listón, que siempre apostaron por la clase, la armonía y el swing.
Y por eso, escuchar “Four Brothers”, “Corner Pocket” o “Chanson d’Amour” hoy es también rendir homenaje a ese mundo. A esa música. A ese estilo. Y también a esa emoción que no pasa de moda.
Gracias por existir, Manhattan Transfer. Gracias por recordarnos, con cada nota, que lo bello sigue siendo posible.
Y gracias también, querido lector, por compartir conmigo este viaje a través de voces que no se apagan.
3 de julio de 2025.
DOMINIO EUROPEO DE FRANK SINATRA.
www.franksinatra.eu
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