DOS PIANOS Y UN SOLO CORAZÓN: "HEARTACHES", STEPHANIE TRICK Y PAOLO ALDERIGHI. SUIZA, MAYO DE 2025. Por Carlos Garcés.
DOS PIANOS Y UN SOLO CORAZÓN: "HEARTACHES", STEPHANIE TRICK Y PAOLO ALDERIGHI. SUIZA, MAYO DE 2025. Por Carlos Garcés.
Hay melodías que parecen suspendidas en el tiempo, como si el alma del pasado siguiera respirando en ellas. Heartaches es una de esas piezas que no envejecen, aunque fue compuesta hace casi un siglo. Nació en 1931, fruto del talento de Al Hoffman y John Klenner, y ha recorrido un largo camino desde entonces; de las big bands de los años treinta al silbido inmortal de Elmo Tanner en la versión de Ted Weems, que en 1947 se convirtió en un éxito inesperado cuando, por pura casualidad, un locutor la rescató del olvido y el público volvió a enamorarse de ella. Desde entonces, Heartaches ha vuelto una y otra vez, como si la nostalgia la necesitara para seguir respirando.
Acabo de ver y escuchar una versión que me ha emocionado profundamente. Se trata de Stephanie Trick y Paolo Alderighi, matrimonio de pianistas, dos almas unidas por la música y por una misma sensibilidad hacia lo eterno. La grabación fue realizada en Suiza, el 3 de mayo de 2025, en el Zingghaus de Köniz. En ella interpretan Heartaches con dos pianos que se buscan, se encuentran y se entrelazan en una conversación de pura elegancia.
Lo que hacen estos dos artistas es mucho más que tocar. Es dialogar sin palabras, es convertir el recuerdo en presente, es rendir homenaje al espíritu del jazz clásico y al mismo tiempo insuflarle vida nueva. Hay un instante en que sus miradas se cruzan, y uno comprende que esa complicidad es la verdadera partitura: ella, con su energía alegre y contagiosa, y él, con su refinamiento sereno, se completan como si cada nota fuera una declaración de amor.
Heartaches, traducido literalmente, significa “dolores del corazón”. Y sin embargo, en esta interpretación, esos dolores se transforman en belleza. La melodía fluye con ternura y ritmo, alternando la dulzura de los acordes con un impulso casi danzante. No hay melancolía vacía ni artificio técnico; hay emoción, respeto, y sobre todo verdad.
He querido compartir este vídeo porque me parece una joya. En tiempos en que la música suele perder el alma bajo toneladas de ruido y efectos, escuchar a dos pianistas devolviendo humanidad y elegancia a una vieja melodía es un acto de gratitud. La música auténtica no se mide en decibelios, sino en intensidad interior. Y Heartaches, en las manos de Stephanie Trick y Paolo Alderighi, vuelve a ser exactamente eso, una conversación íntima entre el arte, la memoria y el corazón.
Cada vez que lo escucho pienso que el mundo, pese a todo, todavía guarda rincones de belleza, donde dos pianos son suficientes para recordarnos que el alma existe.

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