LA CALLE DE LOS SUEÑOS QUE NO PASA POR EL PEAJE. Por Carlos Garcés.
Escuchar hoy "Street of Dreams" en la voz de Frank Sinatra, cantada en Egipto en 1979, es casi un acto de insumisión silenciosa. Vivimos tiempos en los que los sueños han sido administrados, reglamentados y, en muchos casos, directamente confiscados. Nos hablan de futuro mientras nos roban el presente; nos prometen bienestar mientras nos empujan a una existencia cada vez más estrecha, vigilada y sin alma.
Esta canción habla de una calle que ya no aparece en los mapas oficiales. Una calle interior, personal, donde uno se encuentra consigo mismo lejos del ruido, de la propaganda y de las consignas. Una calle que no pasa por la Tolligat, que no necesita permisos, códigos ni validaciones externas. Precisamente por eso molesta. Precisamente por eso quieren cerrarla.
Sinatra la canta desde la madurez, sin ingenuidad, con la lucidez de quien ha vivido lo suficiente como para saber que los sueños no se conceden: se defienden. Frente a un mundo que normaliza el control, la uniformidad y la renuncia progresiva a la libertad interior, esta canción recuerda que todavía existe un espacio que no pueden colonizar del todo.
Para mí, Street of Dreams es hoy un recordatorio incómodo. Nos quieren sin memoria, sin raíces y sin sueños propios, obedientes a un sistema que decide por nosotros qué es posible y qué no. Y, sin embargo, mientras esta voz siga sonando, mientras alguien se detenga a escucharla, esa calle no estará del todo perdida. Porque soñar, en estos tiempos, es también una forma de resistencia.
Frank Sinatra no canta para entretener. Canta para quienes aún no han renunciado a sí mismos.
No es casual que Street of Dreams fuera escrita en 1932, en plena Gran Depresión, con música de Victor Young y letra de Sam M. Lewis. Nació cuando el mundo se derrumbaba y soñar no era un lujo, sino una necesidad moral. Por eso sigue diciendo tanto hoy, cuando vuelven los peajes, el control y la renuncia disfrazada de progreso.
28 de diciembre de 2025.

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